Averiguaciones en un taller de arte

Lunes a viernes, de cinco a siete y media, me hizo repetir la señora atrás de la puerta de vidrio. Tenía un acento extraño -croata, quizás-, con ese titubeo característico que tiene la voz de los viejos, que hablan temblando. ¿Chicos o Adultos? Y le dije no sé, creo no soy una cosa ni la otra. Adultos, me dijo muy seria, así vas a estar más tranquila. No pensé y me quedé con muchas ganas de preguntarle de dónde era. Y también su nombre. Pero la señora con la voz que tiembla se dio media vuelta y se fue.  

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