Ir al contenido principal

Entradas

Destacados

Javier

Pasando la puerta, eras alma: eso fiero y crudo que estremecía a cada uno de nosotros. Te mirábamos como a un dios. Sacudía verte el espíritu en carne viva. Tu voz era música que salía de un cuello desnudo y arrugado, vagamente envuelto en una bufanda cuadrillé y multicolor. Eras la pasión en huesos frágiles. Y venías en el 39 desde Colegiales a enseñarnos literatura. Un día dijiste basta, escuchemos la lluvia y todos cerramos nuestros cuadernos. A un par se les cayó la birome al piso, pero nadie la levantó. La vida dura lo que una gota tarde en llegar del piso al cielo, dijiste bajo y suave. Y rápido te corregiste: del cielo al piso, aunque el otro es el camino de vuelta. Hubo mucho silencio después de tus palabras. Ese día nos dimos cuenta que venías a enseñarnos a vivir. Pasando la puerta, eras un par de ojos curiosos, gigantes. Tu cuerpo prolijamente uniformado cambiaba de postura radicalmente. Era gracioso como pasabas de estar echada sobre tu banco a una postura firme, erguida

Entradas más recientes

El ojo en el pie

Problemas de comunicación

Averiguaciones en un taller de arte

El hombre que plancha

un haiku

Clave para un amor

conexión

Tomarte

Pensar en sirena